
El abuso entre adolescentes es un tema serio y complejo que abarca una variedad de comportamientos dañinos, no limitados únicamente a la violencia física. Es fundamental entender que el abuso nunca es culpa de la víctima y que existen recursos y formas de ayudar a quienes lo sufren.
Tipos de abuso entre adolescentes
El abuso puede manifestarse de diversas maneras, a menudo combinando diferentes tipos de comportamiento abusivo:
Abuso físico: Incluye cualquier acto de violencia física como golpear, patear, morder, quemar, empujar o usar objetos para lastimar. Puede dejar marcas visibles como moretones o cortes, o lesiones internas que no son evidentes a simple vista.
Abuso psicológico o emocional: Es un tipo de abuso que utiliza palabras y acciones para dañar la autoestima y el bienestar mental de la persona. Esto puede incluir insultos constantes, humillaciones, amenazas, celos extremos, control excesivo, aislamiento de amigos y familiares, y el uso del miedo para manipular. El abuso emocional puede ser difícil de identificar, ya que no deja marcas físicas, pero sus efectos son profundos.
Abuso sexual: Se refiere a cualquier actividad sexual forzada, no deseada o sin consentimiento. Esto puede incluir la coacción para tener relaciones sexuales, tocamientos inapropiados, el envío o la petición de fotos de contenido sexual, o la difusión de rumores sexuales. El abuso sexual no siempre implica violencia física y puede ocurrir a través de la manipulación psicológica.
Acoso o bullying: Consiste en el uso de comentarios, gestos o actos crueles o amenazantes para insultar, despreciar, excluir o herir a otras personas. Puede ocurrir en persona o a través de medios digitales (ciberacoso).
Señales de alerta
Identificar el abuso en un adolescente puede ser un desafío, ya que las víctimas a menudo ocultan lo que les sucede por miedo, vergüenza o confusión. Sin embargo, hay cambios en el comportamiento, la apariencia y las relaciones que pueden servir como indicadores de que algo no anda bien. Algunas señales a observar son:
Cambios en el comportamiento:
Aislamiento de amigos y familiares.
Cambios repentinos de humor, como irritabilidad, tristeza o enojo excesivo.
Bajo rendimiento académico o ausentismo escolar.
Pérdida de interés en actividades que solía disfrutar.
Comportamientos autodestructivos como cortarse, usar drogas o alcohol.
Ansiedad, nerviosismo o dificultad para confiar en los demás.
Señales físicas:
Moretones, cortes o marcas inexplicables.
Enfermedades de transmisión sexual o infecciones recurrentes.
Ropa interior manchada o rasgada sin explicación.
Cambios en los hábitos alimenticios o de sueño.
Señales en la relación:
La pareja del adolescente ejerce un control excesivo sobre sus amistades, salidas o vestimenta.
Muestra celos extremos o enojo cuando el adolescente pasa tiempo con otras personas.
El adolescente parece tener miedo de su pareja o evita ciertas personas o lugares.
Recibe regalos o dinero sin una explicación lógica.





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